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Edificios más significativos

Para Tener una idea aproximada de lo más significativo de este conjunto histórico vamos a hacer una breve descripción de las edificaciones más relevantes por su antigüedad y por su estructura, si bien el moderno asfaltado de sus calles ha quitado buena parte del sabor que al conjunto le daba el antiguo empedrado, que debería recuperarse, especialmente en algunas de ellas

Para designarlas utilizaremos las denominaciones que nos han parecido más ajustadas al devenir histórico de cada una, e irán numeradas en el mismo orden que figura en el plano adjunto. El recorrido lo comenzaremos en la Plaza Dª. Rosario Oramas, luego seguiremos por la calle estrecha, o de abajo, hasta la Placeta y continuaremos por la Avenida de la Libertad hasta el cementerio. Subiremos por la calle el Calvario y por la del Paso y llegaremos hasta la calle de la Ladera. Volveremos por la calle de Arriba (Antonio Oramas), recorreremos la de la Alhóndiga y por la calle del Sol, terminaremos en la Plaza Vieja; finalmente, tendremos un recuerdo para algunas de las casonas ya desaparecidas.

La casa de los Oramas de Saá

Denominamos así a la casona con balcón de celosía que está en la Plaza de la Iglesia. Hay documentos que señalan que en la primera mitad del siglo XVI ya hubo allí una casa con su sitio.

Actualmente la casa ha sufrido diversos añadidos, especialmente en su parte posterior; interiormente pertenece a dos propietarios y se haya dividida por un muro que ha cortado en dos el antiguo patio y las galerías, con lo que ha perdido buena parte de su encanto primitivo.

En su parte principal es de cubierta de tejas. Con cornisa corrida de cantería bajo el alero. Destaca en la fachada el original balcón, en forma de ajimez cerrado por celosías y con dos postigos, tan admirado por viajeros y visitantes. En parte de la casa hay una tercera planta que servía de granero, con ventanas de corredera a la calle; esta tercera planta tiene cornisa de madera bajo el alero, sostenida por canecillos.

La puerta principal es de cojinetes. Las ventanas de esta fachada tienen marco de madera bocelado, con antepecho, hojas y postigos de cojinetes con relieves geométricos; llevan cristales en la parte superior. Las de la fachada este son de guillotinas y con tapaluces. Todas ellas tienen interiormente los típicos asientos curvos de madera, unidos por un elemento recto.

En su interior destaca el techo artesonado y los pisos de madera de las zonas antiguas, así como restos de la galería del patio, hoy dividido y modernizado. También se conserva la antigua escalera de madera, de dos tramos, con artísticos balaustres cuadrangulares y pie derecho en el descansillo; termina en la antesala en el típico balconcillo con balaustres cruzados.

La Casa de los Alonso del Castillo

También en la Plaza de la Iglesia está la actual casa parroquial, que en el pasado formó una sola mansión con la que está a su lado. Fue construida a finales del siglo XVIII por el capitán don Manuel Vicente Alonso del Castillo, descendiente de la familia Alonso del Castillo, de larga tradición en este pueblo.

La cubierta es de teja, con cornisa corrida de piedra bajo el alero; en ambas casas hay también una pequeña azotea, que ha sido construcción posterior.

La que pertenece a la familia Yanes se conserva aceptablemente en su estado original, al haber sufrido menos modificaciones. Tiene ventanas de cojinetes con postigo, antepecho de cuarterones, cristales de guillotina y asientos curvos de madera en el interior. La puerta de la calle es de cuarterones y por ella se accede al zaguán y patio con piso de losas; la puerta de zaguán es de las de doble apertura. La planta alta tiene el techo artesonado en las habitaciones del frente y sus pisos son de madera.

La casa principal se la dejan a la iglesia para casa parroquial, a fin de que los párrocos tengan siempre un lugar decente como residencia. La casa se ha mantenido casi intacta hasta hoy, salvo algunos añadidos poco afortunados en su parte trasera y ciertas modificaciones en la planta baja.

Las ventanas altas de la fachada principal tienen cristaleras de guillotina con tapaluces lisos y antepecho de cuarterones. Las del lado norte son de cojinetes con postigo, antepecho de cuarterones y cristales en la parte superior; todas ellas son de marco de madera bocelado y disponen en la parte interior de asientos curvos unidos por un elemento recto. Las ventanas de la planta baja, que antiguamente eran de celosía, han sufrido diversas modificaciones.

Tras la puerta principal, de cuarterones, se accede al zaguán, al que se abren dos habitaciones bajas, una como despacho parroquial y la otra para reuniones. Una singular puerta de cristales nos lleva al patio al que tienen acceso otras dependencias, así como la galería abierta de madera, que ya ha perdido uno de sus cuatro lados, estando cerrado el que da a la antesala. Está sostenida por pies derechos, tiene antepecho inferior de cuarterones y superior de balaustres planos rematados por una baranda, sobre la que se apoyan los pies derechos que soportan la cubierta de teja.

Del patio arranca una escalera de madera de dos cuerpos, con pie derecho en el descansillo, y que termina en la antesala en una especie de balconcillo.

La planta principal es de piso de madera y las dependencias que dan a la fachada principal son de techo artesonado. El resto de las mismas se hallan distribuidas alrededor de la galería.

Hasta hace unos años la casa tuvo traspatio de losas de piedra, que lamentablemente desapareció para levantar en él una desafortunada construcción moderna.

La Casa de los Hernández Oramas

La casona de los Hernández Oramas, con fachada a la plaza de la Iglesia, ocupa actualmente una amplia manzana, cerrada por el este con un jardín y con el antiguo edificio de la Alhóndiga por el lado sur.

La parte principal es de cubierta de teja, con amplia cornisa corrida de cantería bajo el alero; otras partes tienen azotea. Destacan en la fachada principal, de marcado carácter neoclásico, los huecos enmarcados de cantería, adintelados y planos, sin antepecho y con repisas labradas en el alféizar, coronadas en la planta alta por balcones de balaustres de hierro; en las de la planta baja ese balaustre es de madera en forma de celosía.

La puerta principal es plana y da paso a un zaguán enlosado. Tras la puerta de éste, similar a la de la entrada y con marco adintelado de cantería, se accede a un patio cerrado, que tiene una parte del piso de losas de piedra y otra ajardinada; en él se puede observar la apreciable altura que tiene esta planta baja. Las tres habitaciones de la misma, de las que dos conservan el piso de piedra, se abren a este patio a través de puertas con marco adintelado de piedra y escalón del mismo material.

Al patio da también la alta galería de madera de cuatro lados, cerrada por cristales y sostenida por pies derechos de madera con basa de cantería. Las ventanas del entresuelo también dan al patio.

La escalera es de dos tramos. El primero hasta el entresuelo es de cantería y el segundo de madera. Tiene baranda de balaustres planos, al igual que el balconcillo de la antesala.

En la planta principal su piso es entablado y los marcos de madera de puertas y ventanas presentan rebajes acanalados. Los techos no tienen significación especial, pues están cubiertos de yeso. Es interesante la terraza anexa a ala sala principal, con bastante cantería en el piso y paramentos; tiene balaustre de madera con listones cruzados. Desde ella se accede al jardín, que tiene escalera, poyos, paseos y bancos, todo ello de piedra de cantería. Parte de las dependencias que dan a este jardín son de azotea con balaustres de madera entre paramentos de cantería, así como ventanas de guillotina con antepecho de rejería. Todo ello da a aquel lugar un especial sabor romántico de singular belleza. La cubierta de la casa se halla rematada por un singular mirador.

La Casa de los Oramas Quevedo

La totalidad de la mazana donde actualmente se halla esta casa, ubicada en la calle Estrecha y con fachada principal al antiguo callejón de las Blasas, era un solar y sitio que perteneció a dos hermanos don Mateo y doña Catalina. Un hijo de éstos edifica su casa y sitio en el tercer cuarto del siglo XVIII. La casa fue comprada en 1886 por la familia Ruiz Borges.

La fachada principal, que da al antiguo callejón de las Blasas, era de dos pisos, pero modernamente se le añadió uno más con azotea, con lo que ha perdido buena parte de su peculiaridad. La puerta principal es lisa, al igual que los marcos de madera de las ventanas. Estas conservan el antepecho, tienen hojas y postigos de cuarterones y asiento en el interior, una de ellas ha sido convertida en balcón, con balaustres de hierro cobre cornisa de cantería. Tras el zaguán y patio interior se accede a la planta principal a través de una escalera de madera de dos tramos, que termina en la antesala con barandilla; el piso es de madera, conservando en su sala principal artístico artesonado.

La fachada que da a la calle Estrecha es de un solo piso y semisótano con ventanillos a la calle; posee cubierta de teja con cornisa corrida de cantería bajo alero. Lo más singular de esta fachada son sus ventanas, de moldura abocelada y con hojas, postigos y antepecho de cuarterones con curiosos cojinetes de flores en relieve; llevan cristales en la parte superior y asientos redondos en el interior. Los techos son artesonados y el piso de madera.


LA CASA DE LOS LÓPEZ ORAMAS:

El solar que ocupa esta casa, situada al final de la calle del Mirador, en principio formó parte del sitio de la casona de los Oramas Quevedo, y ocupaba toda la trasera de esa manzana que daba al final de dicha calle.

La casa era de dos plantas y hacía esquina a la Caldereta (hoy a la Travesía); ha sufrido muchas modificaciones, tanto en el interior como el exterior. En la parte principal conserva la cubierta de tejas, con cornisa dentada bajo el alero; el resto es de azotea. De la primitiva fachada sólo quedan algunas ventanas de la planta alta, con marco bocelado, antepecho, hojas y postigos de cuarterones con cojinetes lisos y cristales en la parte superior.

En el interior se conserva el segundo tramo de su escalera de madera, que finaliza en la antesala en una barandilla de balaustres torneados, y las salas principales que dan a la calle, de techo artesonado y piso de madera; lo demás es del siglo XIX y del XX.

La Casa de los Castro

También en la calle Estecha y haciendo esquina con la del mirador encontramos otra casona, de sabor neoclásico, pero que en sus orígenes fue de estructura típica canaria.

La casa es de azotea con losas de piedra en sus muros. La fachada presenta amplia cornisa de cantería a la altura del techo de la planta alta y otra menor en el de la planta baja, en la que se apoyan los balcones de hierro que adornan cada una de las ventanas.

La planta baja tiene zaguán y patio interior cerrado y con piso de losas, al que dan dos habitaciones. La escalera es de piedra en el primer tramo y entresuelo y de madera en el segundo; tiene baranda de balaustres cruzados iguales a los del balconcillo de la antesala.

La planta alta conserva el piso de madera en las habitaciones de la fachada. A una galería perpendicular a la zona principal dan el resto de las dependencias.

La casa de los Díaz Llanos

En la calle el Calvario, encontramos esta casa, edificada a finales del siglo XVIII por el presbítero don Baltasar Díaz de Mesa.

Es una casa tradicional canaria de dos plantas, típica del siglo XVIII, algo deteriorada por el paso del tiempo. Es de cubierta de teja, con doble cornisa dentada bajo el alero. En su fachada principal destacan las ventanas de la planta alta, con antepecho, hojas y postigos de cuarterones con cojinetes, cristales en la parte superior y asientos curvos en el interior. En la planta baja no hay ventanas, sino ventanillos con balaustres de madera.

En la fachada lateral hay un curioso balconcillo cerrado, que al parecer tuvo ventanas de corredera, sustentado por un jabalcón.

La puerta principal es de cuarterones; da acceso al zaguán y luego sigue un patio de losas, al que mira una galería sustentada en pies derechos sobre basa de piedra. De aquí arranca la escalera de madera de dos tramos, terminada en una antesala con el típico balconcillo. Tiene una habitación en el entresuelo, con puerta al descansillo de la escalera y ventana al patio.

La planta principal en su parte antigua es de piso de madera y las salas principales tienen el artesonado cubierto.

La Casa de los Bautista

En la calle de la Ladera encontramos la llamada casa de los Bautista, construida en la segunda mitad del siglo XVII.

Es de cubierta de teja, pero su fachada ha sufrido lamentables añadidos que la han desvirtuado por completo. Se adivina que sus ventanas fueron de cojinetes, con antepecho de cuarterones. La puerta principal también es de cuarterones lisos, al igual que la del zaguán.

Lo más importante e interesante de esta casona es su interior, en el que hay un patio de losas, con dos pies derechos de madera sobre basas de piedra, que sostienen el corredor. Una escalera de madera de doble tramo con balaustres torneados y terminada en balconcillo de similares características, nos lleva directamente a ese corredor que, a pesar de los arreglos que ha recibido, es uno de los más bellos que tiene San Juan de la Rambla. Es un corredor de madera de tres lados y abierto; tiene el antepecho inferior de cuarterones y superior de balaustres torneados que sostienen la baranda; de ella parten cinco pies derechos de madera con sus correspondientes zapatas que sostienen el techo del corredor, que es e teja y madera apoyada en la armadura; dichos elementos se prolongan en el alero. En ambas esquinas hay sendas gárgolas de madera.

Desde el corredor se accede a las salas principales de la casa todas de piso de madera. Las dos que dan a la fachada y otra que mira hacia el norte tienen artesonado mudéjar con decoración de lacería; tirantes en el centro y en las esquinas. El resto de las habitaciones que dan al norte también son de techo artesonado. En la parte trasera de la casa hay añadidos del siglo XIX con azotea y terraza.

La Casa de los Hernández

Volvemos sobre nuestros pasos y hacia el final de la calle de la ladera, haciendo esquina con la calle arriba, encontramos un edificio que rezuma antigüedad, pero que se halla en un lamentable estado de conservación. Su historia conocida se remonta al siglo XVII.

Hace esquina a dos calles y es de cubierta de teja con cornisa corrida de cantería formada por prismas rectangulares; sobresale también una gárgola de madera.

De sus fachadas sólo cabe destacar la puerta principal, pues sus ventanas han perdido toda huella de su primitivo estado. Dicha puerta, de marco bocelado, está bastante deteriorada; es de cuarterones formados por cojinetes tallados y de una belleza como no hay otra en todo el pueblo.

El suelo del zaguán ha perdido las lozas de piedra, pero en cambio conserva dos magníficas puertas de cuarterones, con cojinetes similares a los de la puerta principal y que corresponden a las habitaciones de la planta baja; también iguales a éstas son las tres puertas que dan a la antesala, así como las dos que comunican las habitaciones principales; todas ellas tratan de imitar a la de la calle, pero son de construcción posterior. La puerta que da al patio es de cuarterones y con doble apertura, como muchas de las de esa época.

Del antiguo patio queda muy poco. Sobre él se asoman dos lados de la galería, sostenida por un pie derecho sobre basa de cantería y zapata en la que se apoyan las vigas. La galería, en muy mal estado, tiene antepecho inferior de cuarterones, superior de balaustres torneados que soportan la baranda y pies derechos que sostienen las vigas del tejado.

Del patio arranca una escalera de madera de dos tramos, con balaustres torneados, que lleva a la antesala, a la que se abren tres puertas de relatadas anteriormente. Uno de los aspectos más interesantes es el magnífico artesonado mudéjar con decoración de lacería de las dos salas que dan a la calle de Arriba y otra a la calle de la Ladera; es idéntico al que hemos visto en la casa de los Bautista, por lo que seguramente sería de la misma época.

La Casa de Piedra

Siguiendo por la calle de Arriba, llamada de Antonio Oramas, tropezamos con una casa de alto y bajo, aún sin terminar, que en su fachada de sabor neoclásico presenta una variada muestra de la cantería local.

Según información de sus actuales dueños, la casa sería edificada a mediados del siglo XIX por don José Domínguez.

Presenta dos fachadas una a la calle de Arriba y otra a la del Roque. Predomina la piedra de cantería y son de destacar sus esquinas, especialmente la que da a ambas calles, que ofrece un perfil redondeado y con distintas molduras; es única en este pueblo. Posee también una magnífica cornisa en la parte superior y otra más pequeña a la altura del piso de la segunda planta, la cual se agranda en los huecos de la fachada principal para servir de base a sendos balcones, aún sin terminar; la parte baja la protege un amplio zócalo de piedra. Todos los huecos de puertas y ventanas presentan marco de piedra con arco rebajado, delimitado por una fina moldura.

En el interior, la planta baja ya no se conserva el primitivo suelo de losa. De ella parte la escalera, con un tramo de piedra y otro de madera, que lleva a la planta alta, de piso de madera. Desde un corredor trasero abierto, con antepecho cerrado y pies derechos que sostienen el alero del tejado, una estrecha escalera de madera conduce tanto a la bodega como a la azotea. Esta tiene todos los paramentos cubiertos de piedra y son interesantes diversas gárgolas que desaguan en la parte posterior y a un estanque, al que se accede desde la bodega y se halla enmarcado por paredes descubiertas. Las dependencias posteriores poseen cubierta de teja y sobre ella destaca una típica chimenea.

LA CASA DE LOS GRANADILLO

Frente al chorro viejo, en la calle Antonio Oramas, hay una casona de alto y bajo que en la primera mitad del siglo XVIII perteneció a don Juan Francisco Granadillo, con ascendencia en Icod.

En su fachada se observa claramente la existencia de dos estilos; el neoclásico de la parte izquierda, que mira también a la calle del Roque, con azotea, cornisa de cantería y ventanas con antepecho de rejas de hierro. En el lado derecho se conserva el estilo típico canario, con cubierta de teja y cornisa corrida de cantería bajo el alero, ventanas con antepecho, hojas y postigos de cuarterones, cristales en la parte superior y asientos curvos en el interior.

En la fachada que mira al este se puede observar un típico balcón canario de dos cuerpos, al que tiene acceso una ventana y una puerta. Tiene antepecho inferior de cuarterones largos y superior de balaustres planos, coronados por la baranda; tres pies derechos con sus correspondientes zapatas sustentan la estructura del tejado. De él parte también una escalera exterior que lleva a la azotea. No es el típico balcón que se abre a las salas nobles de la casa, sino más bien se encuentra en la zona destinada a los servicios.

Al interior de la vivienda se accede por un zaguán de baldosas de piedra; una doble puerta comunica con el patio, que se conserva el mismo tipo de enlosado. Dos columnas de madera sobre zapatas de piedra sostienen la galería, que ya no presenta su antigua estructura. Una escalera de madera de dos tramos con barandilla de balaustres tornados termina en la antesala en un balconcillo del mismo tipo. La mayoría de las habitaciones de la planta alta conservan el primitivo piso de madera; la sala principal es de techo artesonado. En otras piezas de la casa perviven aún elementos del pasado, como en la planta baja, sótanos y cocina. En la azotea sus muros y asientos se hallan resguardados por losas de cantería.

LA CASA DE LOS DELGADO ORAMAS

La casona de la familia Delgado Oramas, situada frente a la antigua Alhóndiga, data del tercer cuarto del siglo XVIII.

El aluvión de 1826 la afectó gravemente, teniendo que reconstruirse en parte.

Tiene dos pisos y una tercera planta en el interior. La mayor parte de la casa es de cubierta de teja con cornisa dentada bajo el alero; por el lado sur tiene una parte de azotea con cornisa corrida de cantería; desde aquí por una escalera exterior de madera se accede a un singular mirador descubierto con antepecho inferior de mampostería y superior de listones cruzados, desde el que se puede observar una magnífica vista del conjunto urbano y de su entorno; estas obras fueron hechas en el siglo XIX, después del aluvión de 1826.

En su fachada del lado este destaca el amplio balcón cubierto a tres aguas, con cuatro cuerpos y sustentado por dobles canes. Tiene antepecho inferior de cuarterones lisos y superior de balaustres planos. Sendos pies derechos coronados por las correspondientes zapatas sustentan la estructura del tejado. A él se abren dos ventanas y una puerta.

Todas las ventanas de la vivienda, hoy con diversas modificaciones, eran de antepecho, hojas y postigos de cuarterones con cojinetes; cristales en la parte superior y asientos curvos en el interior.

La casa presenta dos entradas con dos zaguanes, producto seguramente de reformas posteriores. La que mira al sur tiene piso de losas y la puerta de acceso al patio es lisa y de doble apertura. La entrada que mira al este, situada bajo el balcón, tiene también zaguán de losas y puerta de cuarterones para acceder al patio.

La casa se distribuye en torno a un patio principal de losas de piedra, al que se accede por los dos zaguanes ya mencionados. Diversas dependencias de laa planta baja dan a este patio y al zaguán que mira al este, y han servido de bodega, depósito, oficinas e incluso casino.

Del patio arranca la escalera de madera de dos cuerpos, con magnífico pie derecho en el descansillo, al que también da acceso la puerta del entresuelo que tiene ventana a la calle. La escalera termina en un balconcillo con balaustrada junto a la galería y la antesala.

La planta principal es de piso de madera, y se halla distribuido en torno a una galería de madera de cuatro lados, que da a patio principal, cerrada actualmente por cristales y con antepecho de mampostería. Entre sus dependencias destaca la sala principal de techo artesonado, que da acceso al balcón. Hay una segunda planta estructurada alrededor de una galería abierta que también da al mismo patio; esta planta tiene piso de madera y la componen tres habitaciones que probablemente sirvieron de granero y para uso del servicio. Remata todo el conjunto el ya citdo mirador.

En el traspatio hay una larga galería abierta con cubierta de teja, piso de losas y destiladera, que da a un jardín o hurta. Junto a ella se encuentra la cocina y un horno antiguos, con una típica chimenea de la época.

Se puede afirmar que de todas las casas del siglo XVIII, ésta es la que ha sufrido menos modificaciones en su interior, por lo que prácticamente se conserva en su estructura primitiva.

Actualmente se encuentra en un estado de deterioro importante.

La Casa de los Pérez Montañés

Tal denominación hace referencia a la casa con balcón a la calle de la Alhóndiga, y a la familia de tal denominación que fue su propietaria durante siglos.

La primitiva casa edificada aquí perteneció a Martín Rodríguez, hijo del otro Martín Rodríguez que fundó la ermita.

Fue una de las casas más importantes de este lugar, y sus moradores de las personas más influyentes en el mismo. La casa, con el vínculo paterno y otros que tenía de acumulados por casamiento y con la obligación de que sus tenedores ostentaran el apellido Montañés. En este período y durante cierto tiempo, con motivo del huracán de 1722 que arruinó la iglesia, el salón de la casa sirvió para colocar el Santísimo y celebrar la Santa Misa; incluso se celebraron confirmaciones.

Con ocasión del aluvión de 1826, quedó bastante deteriorada, pues las aguas penetraron por ella arruinando buena parte de la misma, así como el sitio.

La casa ha sufrido tantas modificaciones que hoy es muy poco lo que queda de su estructura original. La cubierta de la parte principal es de teja, con cornisa corrida de cantería bajo el alero. En su fachada destaca el balcón cubierto a tres aguas, con dos cuerpos y sustentado en dobles canes; tiene antepecho inferior de cuarterones y superior de balaustres torneados. Sendos pies derechos terminados en zapatas sustentan la estructura del tejado, formada por canes y entablamento bajo tejas. Se accede a él por una puerta desde la sala principal.

Las ventanas han sufrido numerosas modificaciones con añadidos que las hacen irreconocibles. Tenían antepecho, hojas y postigos de cuarterones con cojinetes en relieve; cristales en la parte superior y asientos curvos en el interior.

La puerta de la calle es lisa y da acceso a un zaguán de losas de piedra, al que se abren dos salas bajas que conservan el piso de piedra. En el resto de la planta baja y en el primer tramo de la escalera y entresuelo no queda vestigio del pasado. El segundo tramo de la escalera, que sí es el original, nos lleva a la antesala, que está irreconocible.

En la parte alta, lo único que conserva el sabor del pasado es sla sala principal con la puerta que le da acceso y una habitación anexa; tienen el piso de madera y un magnífico techo. El artesonado mudéjar de esta sala es una verdadera joya del siglo XVII; el mejor de todas las casas de San Juan de la Rambla, con incisiones acanaladas en todos los elementos. Tiene doble tirante central y otros también dobles en cada una de las esquinas, con decoración de lacería en todos ellos; dicha decoración se repite también en lo alto del artesonado de ambas dependencias.

La Alhóngiga

Frente a la casa de la familia Delgado Oramas se encuentra este edificio de dos plantas, que en la antigüedad sirvió de alhóndiga o Pósito.

Aunque el edificio ya existía a comienzos del siglo XVII, prácticamente no queda en él ningún vestigio del pasado, salvo quizá sus muros; debido al aluvión de 1826 y a las sucesivas remodelaciones que ha sufrido. Sus huecos, piso y techos son ya de épocas modernas. Tenía una escalera exterior de madera para subir a la planta alta, pero fue derribada en 1931.

No obstante, es imprescindible citarlo aquí por la significación histórica que tuvo y por ser uno de los más antiguos de este pueblo.

La casa de los Oramas Hernández

Esta casa, ubicada más allá del antiguo puente y caracterizada por los dos torreones que tiene en la parte superior, fue edificada hacia 1873.

Su fachada, de inspiración neoclásica, se caracteriza por los numerosos componentes de piedra de cantería que contiene, que observamos en el borde de la azotea, en la gran cornisa de la parte superior, en los marcos adintelados de todas las ventanas y puertas, en el alféizar de toda la planta alta, en las esquinas y en el zócalo que recorre toda la fachada. Los dos torreones también tienen piedra los bordes de las respectivas azoteas y las cornisas superiores.

Las ventanas de la planta alta consisten en puertas de dos hojas que llevan cristales en sus dos tercios; les sirve de antepecho un balaustre de rejería. En la del centro dicho balaustre forma un pequeño balcón apoyado en un saliente del alféizar.

Las puertas de la planta baja son similares a las de las ventanas, excepto la principal y otra, formadas por dos cuarterones cuyos cojinetes tienen unos óvalos en relieve. Estos óvalos se repiten en los cuarterones de todas las puertas de la casa, tanto exteriores como interiores.

El piso del zaguán es de piedra y, tras una puerta adintelada de cantería, similar a la de la calle, se accede a un patio interior también de piedra, al que vienen a dar sendas puertas de las habitaciones de la planta baja; a la derecha hay un entresuelo y a la izquierda arranca la escalera principal. Otra puerta adintelada de piedra comunica con el traspatio, donde estuvo el jardín de la casa; en él desaguan desde la azotea tres curiosos canalones de cantería.

La escalera que lleva a la planta alta es de dos tramos de madera con barandas de listones cruzados; termina en la antesala de un balconcillo con baranda del m ismo tipo.

El piso de la planta alta es de madera y su distribución interior es la típica de las viviendas neoclásicas.

La Plaza Vieja

Terminamos nuestro recorrido en la Plaza Vieja hoy Plaza de la Constitución, que realmente lo es, pues en el siglo XVII ya se le nombra como "la plaza de este dicho lugar" y era mucho mayor que actualmente. Al construir la capilla de la Inmaculada se le quitó un pedazo y el aluvión de 1826 la destruyó en buena parte. Posteriormente fue reconstruida, pero sus dimensiones se vieron reducidas a-un más con el paso de la carretera a finales del siglo XIX. Para los rambleros tiene un encanto especial y desde ella se divisa un paisaje singular de la costa norte de Tenerife y del imponente risco del Mazapé.

La plaza en sí carece de belleza, pero sus losas y asientos de piedra, los bancos de madera, las palmeras, el entorno y el paisaje que desde allá se divisa, la convierten en un magnífico balcón desde el que el espíritu se recrea y se extasía ante el singular paisaje que desde allí se divisa.

Una reflexión ante este singular conjunto histórico, declarado oficialmente como tal, nos lleva a manifestar que si este hecho no se traduce en una decidida política por parte del ayuntamiento para que dicho conjunto no se deteriore aún más, poniendo en marcha las acciones que sean precisas; si no se recaban las ayudas y acciones necesarias de las autoridades superiores o éstas hacen oídos sordos a estas demandas; si los vecinos y propietarios de las viviendas no son conscientes del valor histórico y cultural que encierran, cuidándolas y mejorándolas en la medida de sus posibilidades; si el entorno no se conserva y cuida para que armonice con el resto del conjunto. Si nada de esto sucede, esta herencia histórica y cultural de nuestros antepasados quedaría abandonada a su suerte y poco a poco iría desapareciendo, Los responsables seríamos todos, tanto vecinos como autoridades locales y regionales. Se hace preciso, por tanto, luchar solidariamente para que este legado, que ya quisieran para sí otros pueblos, y que es la mayor riqueza cultural que esta Villa encierra, se conserve y se transmita íntegramente a las futuras generaciones.

La Placeta
La Placeta
Casa de los Delgado Álvarez
Casa de los Delgado Álvarez
Casa de la Familia Falcón López
Casa de la Familia Falcón López

La Placeta y la Avenida.

Al llegar a la Placeta, o Plazoleta, nos encontramos con un recoleto rincón que nos invita a descansar. En su centro hay una fuente de piedra. En su entorno se encuentran diversas edificaciones.

La casa de los Delgado Álvarez, situada frente a la Placeta, fue construida hacia 1909.

Para su construcción hubo que demoler previamente un enorme roque que había en ese lugar, que también daba nombre a la calle adyacente. La casa es de azotea y el principal aspecto a destacar es el de su fachada, de ambiente decimonónico, con amplia cornisa corrida de cantería a la altura del techo de la planta principal; y otra cornisa menor en el de la planta baja, que sobresale en parte del frente paraa formar un balcón corrido con balaustres de hierro, al que tienen acceso tres de los huecos de la planta principal; los sostienen sendos canes de piedra. La fachada lateral presenta también hueco con balconcillo similar.

La casa de la familia Falcón López, también en la Placeta y dando frente a dos calles más. Es un singular caserón de comienzos d este siglo, de aspecto ecléctico y con una fachada muy peculiar.

Destaca ésta por su volumen, y en las fachadas se aprecian cornisas y balcones de mampostería, puertas altas y originales adornos en los parapetos de la azotea y en una de las fachadas.

La casa de la familia Núñez. Unida a la anterior y con la fachada a la Avenida se encuentra esta casa, construida seguramente a principios de este siglo.

La casa es de azotea, con losas de piedra sobre sus muros. En la fachada destaca la amplia cornisa corrida de cantería al nivel del techo de la planta principal, y otra menor a la altura del de la planta baja. La mayoría de los huecos se hallan rematados por arcos rebajados. Esta edificación se encuentra en deterioro.

A mitad de la Avenida de la Libertad se encuentra la casa de los Yanes de Torres. Tiene una sola planta en su fachada principal. Fue construida a finales del siglo XIX.

En la fachada, de corte neoclásico, sobresale la amplia cornisa corrida de cantería a la altura del echo y un filete más pequeño algo más abajo. El parapeto del centro se halla rematado por un frontón de bordes de cantería, en cuyo tímpano una piedra circular. En todos sus huecos se abren puertas rematadas por arcos de medio punto y rebajados. La cubierta es de azotea con losas protegiendo los parapetos. Sendos arcos de cantería en el sótano sostienen parte de la estructura del edificio 

Casa de la Familia Núñez
Casa de la Familia Núñez
Casa de los Yanes de Torres
Casa de los Yanes de Torres
Antiguo Cementerio
Antiguo Cementerio
El Calvario
El Calvario

Antiguo Cementerio y el Calvario

Desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XIX(tres siglos) las personas fallecidas en este municipio eran enterradas en el suelo de la iglesia. Algunas familias antiguas tenían sepulturas en propiedad, ya por compra o por concesión del Obispo; cada cofradía tenía también su parcela para enterrar a los devotos; los pobres eran enterrados cerca de la puerta.

Las obras del cementerio comenzaron en octubre de 1850. Por lo que respecta a su estructura, el cementerio quedó conformado por un recinto rectangular amurallado, con una capilla y nichos laterales en el lado norte y una escalera que daba acceso a una terraza en el lado sur, donde estaba la puerta. El muro de la entrada aparece en forma triangular con remates de cantería y marco de lo mimo en la puerta.

La capilla , en su fachada tiene marco de cantería con arco de medio punto y en lo alto un frontón bordeado de piedra y adornos del mismo material.

También a ambos lados de la capilla hay nichos laterales, rematados por columnas y arcos de cantería.

En el último tercio del siglo XIX, diversas familias pudientes deciden levantar sus propios panteones para enterrar a sus deudos. A tal fin utilizarán los buenos materiales que proporcionaba la cantera de piedra que estaba cerca; su estructura es la de una pequeña capilla con el frente de piedra de cantería tallada y enmarcada por columnas laterales que sostienen un frontón, siendo del mismo material los techos, el suelo y el frontal de un pequeño altar; como puerta, una verja de hierro.

El Calvario. Junto al cementerio se encuentra el Calvario, un elemento religioso que no solía faltar en ningún pueblo. Generalmente consistía en una pequeña construcción, que a veces sólo tenía tres cruces. Era un lugar para detenerse los que por allí pasaran, descansar y rezar una oraciones.

Desde hace mucho tiempo San Juan de la Rambla tuvo un Calvario a la entrada del pueblo, viniendo del Realejo. No se sabe exactamente cuál fue su ubicación, pues se lo llevó el aluvión de 1826.

Una vez terminado el cementerio, algunos vecinos deciden hacer un nuevo calvario adosado al mismo. La obra fue llevada a cabo por los propios vecinos. Su recinto lo forma un pequeño patio, un púlpito de piedra y un atar cerrado por na vidriera, que contiene las imágenes de la pasión; todo ello coronado por un frontón de bordes de piedra y remates de cantería, en cuyo tímpano hay una pequeña hornacina con una pintura del rostro de Cristo. Se halla cerrado por un muro con balaustrada de listones de madera entrecruzados y puerta el mismo estilo; sobre una piedra de cantería empotrada en el muro hay una inscripción que señala el año 1849, lo que pudiera indicar que su primitiva construcción pudo haber sido previa a la del cementerio.

Tanto el Cementerio como el Calvario forman un conjunto de singular belleza, que invitan al sosiego y a la reflexión. Su conservación merece el esfuerzo de todos.

Capilla de la Cruz y San Rafael.
Capilla de la Cruz y San Rafael.

Capilla de la Cruz y San Rafael

Frente al Calvario se halla esta capilla, de traza moderna, destacando en ella el arco de cantería de la puerta, con arco de medio punto. Se comenzó a edificar hacia 1933 por un grupo de vecinos, a la advocación de la Santa Cruz. Dichos vecinos firmaron un documento de cesión a la iglesia con fecha 8 de abril de 1934. Fue techada y colocada la puerta en 1935. Posteriormente se le añadió el altar y las imágenes.

Capilla de la Cruz
Capilla de la Cruz

Capilla de la Cruz

Frente a la casa de los Hernández y en el arranque del antiguo camino a San José, se halla esta pequeña capilla bajo la advocación dela Santa Cruz; data de 1928 y fue levantada por iniciativa de un grupo de vecinos.

Es de destacar en su pequeña fachada los diversos elementos de cantería que la adornan, y que ocupan ambas esquinas, el zócalo, el marco de a puerta con arco de medio punto, la cornisa a la altura del techo y sobre ésta la espadaña flanqueada por dos típicos jarrones.

Otras edificaciones

Al regresar por la calle del Sol nos encontramos algunas edificaciones que podrían tener un cierto interés al ser incluidas dentro de la declaración de conjunto histórico de esta Villa. Nos referimos a las siguientes edificaciones.

La casa de la familia Manzano construida a principio de este siglo. Los más significativo de su fachada es la balaustrada de la azotea.

Las casas de los González Delgado, situadas a continuación de la anterior y de rasgos neoclásicos; fueron construidas a raíz de llegar a San Juan de la Rambla la carretera general del norte.

La de la izquierda es la más antigua y fue edificada a finales del siglo XIX. Destacan en la fachada las cornisas de cantería y los balaustres de herrería de la planta alta. La entrada es por una puerta anexa, que da a un zaguán con pisos de losas de piedra; una de las curiosidades de esta casa son dos arcos de piedra , situados en la planta baja, que comunican al patio y el zaguán con el arranque de la escalera principal. La de la derecha se construyó a principios del siglo XX.

La casa de la familia Pérez Luis. Fue construida en este siglo. Es de estilo ecléctico, con fachada a los cuatro lados. Presentan huecos diferenciados en cada una de sus dos plantas y balaustres en la parte superior. Hoy en día se encuentra en dicha edificación, la biblioteca municipal.

Datos obtenidos del libro de José Antonio Oramas Luis ¨"Cinco siglos de historia de SAN JUAN DE LA RAMBLA¨

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